dijous, d’agost 04, 2011

Oportunidades del movimiento de las indignadas e indignados

Verdaderamente el mundo es menos predecible de lo que nos parece. Si alguien a principio de año me hubiera contado que a partir de marzo personas de muy diferentes orígenes iban a acampar durante semanas en plazas tan significativas como la plaza del Sol o Catalunya, si me hubiera explicado que se iban a realizar asambleas en las calles, que se iba a utilizar el espacio público para debatir, construir nuevas formas de pensar y de hacer; es más, si me hubiera predicho que se iban a parar desahucios gracias a la presión vecinal, que se iba a ir caminado desde diferentes puntos de la península hacia Madrid y que se iniciaba una marcha indignada hacia Bruselas, probablemente hubiera tildado de loco a mi interlocutor.

De la noche a la mañana hemos visto como el panorama ha cambiado radicalmente y como la clase política y económica ha pasado de ignorar al movimiento de l@s indignad@s a permanecer desconcertada ante un fenómeno nuevo que no entienden y no saben interpretar. La ciudadanía en general participa del 15M de mayor o menor medida como se ha visto en las diferentes movilizaciones (especialmente en la del 19 de junio y 20 de julio), en la paralización de desahucios o en las concentraciones o acampadas delante de hospitales y ambulatorios para evitar el recorte sanitario. Además, desde el inicio del movimiento, la opinión pública se ha mostrado afín a las reivindicaciones del movimiento a pesar de las diferentes campañas de criminalización (la protesta del 15 de junio delante del Parlament es un ejemplo) o los intentos de silenciar la voz de las indignadas.

Tres meses después del estallido de la protesta podemos empezar a reflexionar sobre lo que está sucediendo y sobre por qué la protesta emergió cuando lo hizo. Existen diferentes explicaciones teóricas, por un lado, están las interpretaciones economicistas que se basan en explicar la protesta a partir de factores endógenos basados en el cálculo entre los costes y los beneficios de manifestarse. Por otro lado, diferentes corrientes de pensamiento explican la emergencia de la acción colectiva a partir de factores exógenos, es decir, de las oportunidades y amenazas del entorno que facilitan o constriñen la emergencia y desarrollo de la protesta. El contexto social y político, lo que algun@s autor@s han denominado la estructura de oportunidades políticas (EOP) nos ayuda a analizar el 15M y la situación actual.

Primero, cabe preguntarse en qué contexto la movilización sucedió y desencadenó el ciclo de protesta que actualmente vivimos. Diferentes autor@s han apuntado unas variables u otras para estudiar el contexto político y las oportunidades y amenazas existentes en cada momento del ciclo de protesta, desde su fase inicial hasta el momento de descenso (Tarrow, Kriesi, etc...). A continuación haremos un análisis genérico apuntando aquellas variables que más nos pueden ayudar a reflexionar sobre el movimiento, su situación actual y sus particularidades en relación a otros periodos contestatarios vividos en nuestra reciente democracia.

Para empezar debemos señalar que el movimiento no es un fenómeno que surja de la nada, sino que responde a una serie de formas de protestas que, de una forma más esporádica, ya habíamos ido observando en los últimos años. Su espontaneidad, adaptación de la forma de protesta y del discurso en función de la coyuntura más inmediata, su capacidad para incluir nuevas reivindicaciones o generar alianzas con el tejido social y con otros movimientos, todas estas características definen el movimiento y lo enlaza con otros episodios de protesta muy recientes.

Las movilizaciones espontáneas del 13 de marzo de 2004 delante de las sedes del PP después de los atentados de Atocha y a un día de las elecciones generales que desbancaron al PP del gobierno, o las concentraciones reivindicando una vivienda digna o contra la ley Sinde, entre otras, son ejemplos de movilizaciones con un elevado grado de espontaneidad, poca organización detrás y que han sumado a gente y colectivos muy diversos e ido tejiendo redes entre éstos.

De ahí la capacidad del 15M para entrelazar todo tipo de discursos reivindicativos en uno unitario alrededor de la demanda de una democracia real y, además, poniendo en cuestión los pilares básicos de la democracia liberal postransicional que tenemos. Un cuestionamiento a partir de dos fenómenos clave, por un lado, la pérdida de influencia del poder político delante del económico y, por otro, la crisis de un poder político democrático basado fundamentalmente en la representatividad de unas organizaciones que han dejado de ser representativas.

La falta de apertura del sistema político, es decir, de mecanismos reales para que la ciudadanía controle los diferentes poderes, y para vehicular sus reivindicaciones es uno de los elementos a tener en cuenta. Además de la impunidad con que la clase política gobierna y permite que aquellos que provocaron la crisis económica actual no se vean perjudicados, mientras que las clases medias y trabajadoras padecen y ven reducidos sus niveles de vida y sus derechos.

El desencadenante del 15M es precisamente el 20M, es decir, la fecha de las elecciones locales. Aunque el movimiento actualmente está creando estructuras políticas paralelas a las institucionales, es inevitable que su dinámica está influenciada por el proceso político institucional ya que uno no se entendería sin el otro. Es evidente que el movimiento del 15M ha ido mucho más allá del 22M pero su factor desencadenante es precisamente una cita electoral.

Desde la ciencia política generalmente han apuntado que en momentos convulsos en las calles, los partidos políticos de izquierda se ven beneficiados. Sin embargo, vemos que los resultados electorales evidencian todo lo contrario: la pérdida de votos de los partidos mayoritarios que se presentan como representantes de los valores de izquierda y de la clase trabajadora.

De hecho, los partidos que actualmente están viviendo más atónitos las protestas son precisamente éstos ya que han perdido el monopolio de la representatividad de lo que es la izquierda.

Es el movimiento del 15M quien está denunciando las desigualdades sociales y visibilizando los sectores más frágiles de la sociedad, son las asambleas en las plazas las que están señalando a los poderes fácticos como la banca que es quien realmente gobierna. De hecho el movimiento reivindica la igualdad y la justicia social y pone en duda la idoneidad del sistema capitalista y de la democracia liberal. Enlaza los problemas locales con los globales y, de una forma pedagógica, señala su complejidad y la necesidad de realizar acciones más allá de las fronteras estatales.

Igual sucede con las organizaciones sindicales mayoritarias que ven con recelo al movimiento porque mientras éstas mostraban una posición ambigua delante de las reformas laborales, el movimiento las ha rechazado con contundencia, ha denunciado la precariedad laboral y también ha condenado el precario futuro que les espera a las próximas generaciones.

Siendo un debate abierto dentro del movimiento las alianzas con otras organizaciones, especialmente las mayoritarias, los guiños hacia las personas militantes de base de cualquier organización o colectivo son evidentes. Se invita a participar de forma individual en las acciones del movimiento, se fomenta la reflexión crítica y la posibilidad de abrir debates en el seno de cada organización sobre la democracia interna y los mecanismos para que las bases verdaderamente tengan el control de las decisiones que toman las élites.

La permeabilidad del movimiento y su apertura se evidencia precisamente en la forma de organizarse en plazas públicas, en asambleas en donde todo el mundo puede ver, escuchar y opinar; en internet, en donde a penas diferencian qué es información privada y pública. De hecho las barreras entre lo público y lo privado prácticamente no existen puesto que los problemas que se vivían dentro de las casas (no poder pagar el alquiler o la hipoteca, no tener trabajo...) han pasado a ser problemas de todas y todos.

Existen otras características a apuntar sobre el 15M como, por ejemplo, su insistencia en señalar que son un movimiento puramente político. También su reivindicación por ampliar los márgenes de democracias muy oxidadas que se han ido estrechando y reduciendo a su mínima expresión. También cabe señalar la crítica a los medios de comunicación al no cumplir su principal función en una democracia como es el acceso a la información.

Algunos de los cambios que se han producido en los medios de comunicación en estos últimos años a partir de las tecnologías de la información han beneficiado al 15M. El hecho de que todos los medios tengan herramientas de interacción 2.0, que funcionen a partir de lo más twitteado o visto por internet, ha facilitado que las reivindicaciones del movimiento, de una forma u otra llegaran y que el mensaje no pudiera ser tan distorsionado como sucediera en otras épocas.

Sin embargo, lo que más cabe destacar del movimiento de las indignadas e indignados en relación a otros episodios contestatarios es la extensión de una forma de protesta muy espontánea y abierta. Por un lado, la capacidad de incluir nuevas demandas y colectivos que llevan años luchando desde sus espacios y, por otro, la capacidad de mantener movilizada y en la calle durante más de tres meses a tanta población indignada. Todo ello promoviendo valores pacíficos y acciones no violentas que han permitido simpatizar mucho más con la ciudadanía.

Los intentos de criminalización y disolución del movimiento y los recortes de las diferentes administraciones públicas en servicios básicos y en derechos han facilitado la durabilidad de la movilización en épocas impensables como el verano.

Las próximas elecciones generales convocadas para el 20 de noviembre es uno de los principales retos internos y externos para el 15M. Primero, es una oportunidad a corto plazo para conseguir que los poderes públicos se hagan eco de alguna de las reivindicaciones pero sin olvidar que el movimiento trasciende, va más allá, de unos comicios electorales.

Segundo, es un momento que fuerza a la reflexión interna del movimiento en relación a las elecciones. Se requiere de un discurso muy pedagógico que abra los ojos de la población sobre un sistema representativo obsoleto que no garantiza el control de los poderes públicos por parte de la ciudadanía. Un discurso que de-construya las preguntas con las que avasallaran a las indignadas e indignados sobre a quién voto o qué pasará si gana la derecha.

El debate y la reflexión está servida ya que el 15M aglutina diferentes puntos de vista y visiones. La mayor dificultad radica en no considerar necesario o prioritario abrir estos debates ya que se puede valorar más importante el hecho de crear poderes paralelos que ignoren las dinámicas de la política institucional y sus efectos en la ciudadanía.

A la hora de analizar un movimiento social las oportunidades o amenazas no solo son factores exógenos sino que, durante el desarrollo de la protesta, el movimiento puede generar nuevas oportunidades o amenazas o transformar las ya existentes. Así que estamos en un momento en el que determinadas fechas pueden abrir nuevas oportunidades estratégicas o pasar desapercibidas porque no se consideran relevantes o porque la dinámica del día a día no nos permite establecer estrategias a medio y largo plazo.

divendres, de juny 10, 2011

La ceguera política I. 2007

Creo que vale la pena re-editar un artículo que escribí con los resultados de las elecciones 2007. Da que pensar...

Una vez ya descolgados los últimos carteles que adornaban con gusto cuestionable las farolas de nuestras ciudades, una vez pasadas las tertulias nocturnas y los comentarios de expertos altamente cuestionables, podemos empezar a analizar algunos detalles de los resultados de estas elecciones municipales.

Me gustaría hacer un especial hincapié a unos datos que dentro de unos días pasaran desapercibidos, si no lo están ya. Unos datos que reflejan el estado de salud democrática de diferentes organismos y agentes políticos como son los de participación.

En L’Hospitalet, por ejemplo, la participación ha estado del 46,69%, ocho puntos menos que las anteriores municipales. Es decir, que de 177.496 personas del censo electoral, solo han ido a votar 82.881. Las 94.615 personas que decidieron no ir a votar, para que se puedan hacer una idea, supera el número de población de nuestra ciudad vecina Cornellà. Así es que se pueden perfectamente imaginar qué hubiera sucedido si en un municipio como Cornellà nadie hubiera ido a votar. Eso sí que llenaría titulares de prensa hasta la saciedad y preocuparía tanto a ganadores como a perdedores, a todos por igual porque sería evidente que algo en el sistema falla y que falla de una forma atronadora.

Mi duda está en si la clase política de L’Hospitalet ha tomado nota del significado de estos resultados y si se han puesto ha pensar en si esta puede ser otra gota en una tendencia decreciente de participación política esencial para el buen funcionamiento de nuestro sistema político democrático.

Cabe señalar si el gran ganador de estas elecciones, el PSC, ha tomado nota de los datos. Así, en comparación con los resultados electorales de las municipales del 2003, ha perdido 13.328 votos. Unos votos que es como si un barrio como Sant Josep no hubiera votado, para que se puedan hacer una idea.

De esta forma, el partido eternamente ganador en L’Hospitalet es más ganador en estas elecciones pero menos democrático, según los resultados. Con esto me gustaría señalar que el apoyo de los ciudadanos y ciudadanas de L’Hospitalet es menor puesto que la participación lo que nos está mostrando es desidia y desinterés. De ahí mi preocupación porque nos estamos acercando a una situación un tanto peculiar. Una sociedad con los derechos políticos mínimos (derecho al voto) garantizados (no entraremos ahora en el debate sobre los derechos de los nuevos vecinos y vecinas, da para más que para una línea…) pero poco ejercidos. Entonces ¿qué grado de legitimidad corresponde? Más vale ir olvidando frases arcaicas y demagógicas que señalan que el resultado electoral es el reflejo de la ideología de nuestra ciudad. Nadie se puede alzar señalando que tiene la representación más legítima y democrática porque no es así y la tendencia indica borrasca.

Esperemos que ni la victoria ni la derrota de nuestra clase política pueda nublar los análisis posteriores al resultado electoral. Ya les advierto que no creo que esto se pueda arreglar con una campaña por el voto en los quince días previos a las próximas elecciones electorales. Eso no es democracia es un acto de acoso que más que convencer engaña y potencia el desinterés.

Otra cosa que cabe señalar también y que puede ser una nota de esperanza para incentivar la participación es la posibilidad de cambiar de alguna manera las formas del juego. Ya se que plantear un sistema electoral de listas abiertas hoy en día es prácticamente revolucionario para nuestras oligarquías políticas, pero es hacia donde deberíamos de ir si queremos dar un toque de seriedad y respeto por la ciudadanía y su capacidad para decidir. Lagobernanza, tan de moda en nuestro ámbito académico, estaría bien aplicarla realmente en el día a día político. Un sistema más abierto, en el que existan mecanismos en donde la ciudadanía no esté tan desligada de la política como hoy en día le hacen creer… Gradualmente deberíamos aproximarnos a un sistema con mayores cuotas democráticas, así, ¿por qué no implantar un sistema semi-abierto de listas electorales, de momento? De esta manera iríamos poco a poco acabando con visiones paternalistas de tertulianos y expertos de peluquín y con la incompetencia de una clase política cada vez menos legitimada en las urnas.

dimarts, de març 22, 2011

Aspectos de la globalización

El primer aspecto a destacar son las aclaraciones conceptuales que establece Ulrich Beck para poder definir claramente que es la globalización. En primer lugar critica las interpretaciones economicistas de la globalización recalcando el carácter amplio del proceso ya que abarca tanto lo económico, como lo cultural, lo legal, lo social o lo político (1999: 27 y ss.).

En este sentido se refiere a globalismo para explicar la ideología del mercado global o neoliberal que reduce el carácter pluridimensional de la globalización a la dimensión económica, describiéndola como un proceso lineal e inevitable (1999:27). Es la naturalización de un proceso de expansión e intensificación de los mercados que lejos de ser espontáneo, necesitó de los Estados para poder desarrollarse (Gilpin, citado por Beck 1999:64; Benerías 2004:79). Es un discurso que naturaliza y que presentaba el desarrollo de la economía de mercado como algo inevitable y evolutivo y que Karl Polanyi se preocupó de desmitificar señalando como la intervención estatal había facilitado la expansión de los mercados a partir de la revolución industrial.

Respecto a la dimensión económica de la globalización, hace falta señalar que los procesos de expansión e intensificación de los mercados no son nuevos ya que cada crisis del capitalismo ha venido acompañada de una expansión económica; en otras épocas a la expansión de los mercados más allá de los Estados nación se denominó transnacionalización (Benach 2002). El colonialismo e imperialismo fueron claros ejemplos de esta internacionalización económica. A diferencia de la globalización, estas expansiones capitalistas partían de unidades territoriales específicas como eran los Estados.

Tal y como señala Núria Benach (2002) la globalización requiere un grado de integración funcional de las actividades económicas, más allá de los estados y de las fronteras. La nota característica de la globalización, señala Lourdes Benerías, es la intensificación de los procesos de integración (2004:79): la transnacinalización de los mercados financieros, la liberalización del comercio, la internacionalización de la producción, etc. De ahí la aparición de nuevos actores globalizados como las empresas transnacionales o los organismos internacionales que van más allá del ámbito económico y de las fronteras estatales.

Por tanto, los procesos de internacionalización económica no son nada nuevo ya que las sucesivas crisis del capitalismo siempre han forzado a la expansión de los mercados y su intensificación, es decir, a la mercantilización de actividades que antes eran difíciles de encontrar en los mercados, como por ejemplo los trabajos asalariados relacionados con el cuidado de personas mayores.

Señala Nancy Fraser como el capitalismo neoliberal ha favorecido que mujeres de todo el mundo participen en el mercado, estableciendo una ruptura con la idea del salario familiar del capitalismo anterior (capitalismo organizado por el Estado) (2009:25). Así pues, otra de las características que podríamos apuntar para definir la globalización económica podría ser la incorporación de las mujeres al mercado, generando actividad asalariada y ampliando el número de personas que dependen del trabajo asalariado para subsistir, hecho que genera inseguridad i desprotección, cómo explicó Polanyi cuando describió el paso de las sociedad mercantiles a las sociedades capitalistas (citado en Benerías 2004:75).

Para describir la globalización y sus múltiples dimensiones Beck se refiere a la globalidad, haciendo hincapié en que vivimos interconectados en una sociedad global en dónde la dimensión espacial y las fronteras han perdido importancia (1999: 28 y ss.). Para el autor, la globalización son “los procesos en virtud de los cuales los Estados nacionales soberanos se entremezclan e imbrican mediante actores transnacionales y sus respectivas probabilidades de poder, orientaciones, identidades y entramados varios”.

Con la globalización emergen estructuras transnacionales en múltiples ámbitos como la ciencia, en los modos de producción, en la cultura, en la religión, etc… De hecho, aparecen problemas y peligros globales que son, tal y como señala Beck, los que fundan la sociedad global (1999:66). Digamos que son las “externalidades negativas”, los “efectos no deseados” en la sociedad global como, por ejemplo, los daños ecológicos. Distingue el autor entre los daños ecológicos condicionados por la riqueza y los peligros técnicos-industriales cuyos efectos se padecen por todo el planeta (el calentamiento global, por ejemplo) y los daños ecológicos condicionados por la pobreza que suceden en determinados lugares en donde las comunidades asisten impotentes a la explotación de sus recursos naturales por parte de determinadas industrias.

En este sentido, la globalización reproduce y genera nuevas desigualdades. De hecho, se hacen más evidentes los “juegos de suma cero”, es decir, que las ganancias de unos suponen las pérdidas de otros. Bauman habla de una nueva polarización y estratificación mundial entre los ricos globalizados y los pobres globalizados. Mientras que los primeros están adscritos al primer mundo, están conectados a las redes globales y no diferencian entre lo virtual y lo real, los pobres globalizados viven en un espacio y tiempo inamovible y están sujetos a las fluctuaciones globales sin capacidad para incidir (citado en Beck 1999:89 y ss). La diferencia con otras épocas, es que ricos y pobres se presentan como independiente unos de otros, así los ricos globalizados no creen tener ninguna obligación con los pobres globalizados, no creen que los necesiten para continuar en su posición privilegiada.

Así pues, se ha diluido la necesidad de concertación y pacto social entre los privilegiados por el sistema y los que salen perdiendo a causa del sistema. Si la formación de los Estados de Bienestar, de las democracias liberales, se sustentó en este pacto explícito entre capital y trabajo, en el cual cada parte aceptaba su rol y la dependencia de unos respecto a los otros, actualmente existe una ruptura con este planteamiento y deviene la crisis política de las democracias liberales (1999: 97). Señala Beck que “la legitimidad del capitalismo global se socava principalmente porque bloquea la iniciativa de un nuevo pacto social”.

De ahí que autor señale que asistimos a una segunda modernidad en donde se debe refundar la política, una construcción de una visión política mundial precisamente en un espacio en donde la política no está regulada. En un momento en donde el poder de los actores nacionales-estatales se encuentra en declive, mientras los actores sociales-mundiales utilizan la confrontación entre los Estados para beneficiarse a nivel global (1999: 100). Aboga el autor por una visión política mundial basada en una perspectiva cultural translocal, es decir, inclusiva, en donde lo local y lo global se entrelazan (glocalización) y no se presentan como opuestos, sino como parte de un mismo proceso plural (no homogeneizador) (1999: 103).

En lo que respecta al declive de las estructuras y relaciones del Estado-nación en un contexto globalizado, Nancy Fraser se interroga sobre el papel que la segunda ola feminista ha tenido en este proceso. De hecho plantea una paradoja entre la crítica feminista y cómo los discursos reivindicativos de la segunda ola feminista en contra del capitalismo organizado por el Estado se han podido utilizar para legitimar la nueva forma emergente de capitalismo post-fordista, más corrosivo para las relaciones de género (1999).

La crítica de la segunda ola del movimiento feminista al capitalismo organizado por el Estado se basaba en diferentes aspectos. En primer lugar, criticaba el economicismo de un estado cuya principal política se basaba en paliar las desigualdades de clase, sin tener en cuenta otros ejes de desigualdad como el género, la etnia o la sexualidad (2009:18 y ss.). Además de la dimensión económica, señalaban las feministas la necesidad de tener en cuenta la dimensión política y cultural de la justicia social para conseguir la emancipación de las mujeres

En segundo lugar, las feministas de la segunda ola criticaron el androcentrismo del estado al asumir como un tipo ideal de ciudadano a un hombre trabajador proveedor del salario familiar, invisibilizando de esta manera los trabajos de cuidado y de reproducción y a todas las personas que no encajaran con este perfil tipo. También criticaron la burocracia estatal, así como la despolitización de la ciudadanía al ser tratada como meros consumidores/as de servicios.

Nancy Fraser argumenta que el pensamiento del feminismo de la segunda ola era una crítica sistémica ya que reivindicaba una transformación radical de las estructuras para conseguir superar la subordinación de las mujeres. De hecho, lejos de reducir el control del mercado por parte del Estado, abogaban por democratizar este control, ampliar la democracia y aproximar el Estado a la sociedad (2009:21).

Sin embargo, tal y como señala la autora, la segunda ola del movimiento feminista prosperó precisamente en un momento en que emergía “el nuevo espíritu del capitalismo”. Fraser se interroga sobre como pudieron cuajar algunas ideas feministas precisamente con la aparición del neoliberalismo. Primero, señala la fragmentación del discurso feminista y el auge del enfoque culturalista, perdiendo toda conexión con los enfoques políticos y económicos.

Segundo, explica la gran capacidad de adaptación del sistema capitalista, especialmente al asimilar los movimientos críticos y resignificarlos para legitimar las nuevas organizaciones sociales dentro del sistema. Un ejemplo se encuentra en la crítica feminista del salario familiar y al paternalismo estatal, que fueron argumentos para reducir el gasto y las competencias del Estado y, en el caso del tercer mundo, para dejar las políticas sociales en manos de ONGs y otros organismos, fuera del control de la ciudadanía.

A modo de conclusión, Nancy Fraser explica como el nuevo régimen de acumulación capitalista precisamente se sustenta en el trabajo asalariado de las mujeres, las cuales lejos de emanciparse se encuentran hoy más que nunca subordinadas a los movimientos del mercado (2009:28).

En este sentido hace falta una reflexión sobre los efectos que la feminización de la fuerza de trabajo está teniendo. Según Lourdes Benerías los efectos varían en función de las condiciones históricas y socieconómicas pero lo que es seguro es que influye en los comportamientos de las mujeres. Si la sociedad de mercado cambió el comportamiento humano para incentivar la búsqueda de beneficio y el interés individual (homo economicus) (Benerías 2004:77) y invisibilizar las relaciones de cooperación, la duda está si las mujeres asalariadas cambiaran también las formas de concebir el mundo y comenzaran a relacionarse y a actuar influenciadas por la óptica neoliberal.

A pesar de que el homo economicus se presenta como un individuo independiente y sin necesidad de cuidados y relaciones sociales, la realidad es muy distinta y el funcionamiento de las personas bajo la óptica neoliberal es irreal e inviable. A pesar de que las mujeres participan de los mercados, siguen siendo las principales protagonistas de los modelos de cooperación que se encuentran en los trabajos de reproducción y de cuidado. Las economistas feministas abogan por visibilizar estos modelos de cooperación y darles la centralidad que requieren como fuente esencial de la supervivencia humana, a pesar de que esto supondría un cambio radical del sistema capitalista. Así pues, paulatinamente se está reconstruyendo la crítica feminista y su carácter antisistémico, tal y como defiende Nancy Fraser.

Bibliografía utilizada

Beck, Ulrich (1999): ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización. Paidós. Barcelona.

Benach, Núria (2002): “Paradojas de la relación local-global. Elementos para una teoría crítica de la globalización,” en GEOUSP - Espaço e tempo, núm. 12.

Benerías, Lourdes (2004): Género, Desarrollo y Globalización. Hacer. Barcelona.

Castells, Manuel (2002): “Globalización e identidad”, en Cuadernos del Mediterráneo, núm 5.

Fraser, Nancy (2009): “O feminismo, ocapitalismoe a astúcia da história”, en New Left Review, núm. 56. Marzo 2009.

Pedroza, Núria (2009): "Privatización y globalización: Derechos Humanos de las Mujeres," en A. Giron (comp.), en Género y Globalización, CLACSO.

Polanyi, Karl (1989): La gran transformación. Crítica del liberalismo económico. La piqueta. Madrid.

Karl Polanyi amb perspectiva de gènere

Karl Polanyi en su obra La Gran Transformación explica de qué manera, a partir de la revolución industrial, se transformaron las sociedades tradicionales para dar paso a una sociedad de mercado. Explica cómo se formó el mercado, su transformación hacia una economía de mercado y la construcción de una sociedad que parece girar y someterse a los parámetros de la economía.

Si en un primer momento los mercados eran elementos secundarios de la economía y el sistema económico no estaba desligado del resto de la sociedad, el paso hacia una sociedad de mercado significa para el autor un cambio profundo en la organización de la sociedad la cual pasa a definirse en relación con la economía (1989:121 y ss.).

En las sociedades modernas el mercado es el espacio dónde se intercambian bienes y servicios y se rige por la ley de la oferta y la demanda (mercado autorregulador) y por la búsqueda del máximo beneficio. La nota característica en relación con otras sociedades es la idea de que todo puede ser una mercancía y, por tanto, intercambiable en el mercado. Se entiende como mercancía todos los elementos creados con el objetivo de ser vendidos en el mercado. Incluso los tres componentes básicos de la industria como son el trabajo, la tierra y el dinero se conciben como mercancías. Sin embargo, para Polanyi estas son mercancías ficticias ya que ni el trabajo, ni la tierra ni el dinero se han producido con el objetivo de venderse.

Concretamente señala el autor que “el trabajo no es más que la actividad económica que acompaña a la propia vida –la cual, por su parte, no ha sido producida en función de la venta, sino por razones totalmente distintas-, y esta actividad tampoco puede ser desgajada del resto de la vida, ni puede ser almacenada o puesta en circulación” (1989:128).

Esta idea enlazaría con las reflexiones elaboradas desde la economía feminista cuando señala la necesidad de visibilizar la relación y fuerte dependencia que tiene el trabajo remunerado del trabajo no remunerado y de cuidado. La vida laboral no se puede entender si no se pone en relación con el resto de esferas de la vida social. Tanto la economía liberal como la marxista han pasado por alto esta relación entre trabajo remunerado y trabajo no remunerado de cuidado. Como consecuencia no se ha analizado la dependencia que el trabajo remunerado tiene en relación las tareas de cuidado y de reproducción.

A pesar de que en la obra de Polanyi no está incorporada la perspectiva de género, proporciona algunas claves para entender por qué el trabajo remunerado se ha tratado como si fuera una mercancía cualquiera, que se puede desgajar de otras partes sociales y vender como un producto independiente. Polanyi describe como característica de la sociedad de mercado el hecho de diferenciar lo económico del resto de esferas sociales, como si fuera un ámbito independiente y autosuficiente. Reivindica el autor el sometimiento de la economía a la política ya que con la entrada de la economía de mercado aumentó la pobreza y la inseguridad de la población, obligada a vender su fuerza de trabajo como única forma de subsistencia.

Señala Lourdes Benerías que en el trabajo de Polanyi requiere ampliarse, incorporando la dimensión de género. Con ella se plantearía la idea de que hombres y mujeres no han tenido la misma relación con el mercado (2004:85). Mientras que la mayoría de hombres con la llegada de la economía capitalista vendieron en el mercado su fuerza de trabajo. En el caso de las mujeres, su participación en el mercado no fue tan intensa ni tan directa (permanecieron en la economía informal o vendieron su fuerza de trabajo más barata en relación al trabajo masculino) y se ocupó de otros trabajos invisibilizados como son los trabajos de reproducción y cuidados.

Así pues, esta relación tan diferente de las mujeres en relación con el mercado también implicaba diferentes reglas, relaciones y comportamientos. Así pues, los trabajos de cuidados se producían a partir de modelos de cooperación que poco tenían que ver con la racionalidad económica liberal de búsqueda del máximo provecho con el mínimo coste. De hecho los estudios económicos que han intentado aplicar la racionalidad económica (método de la elección racional económica-liberal) en espacios en donde predominan las relaciones de cooperación, han dado claras evidencias de la absurdidad de los planteamientos. De esta manera, Gary Becker en su Tratado sobre la familia explicaba que el número hijos/as que tenían las familias (es decir, las mujeres) era directamente relacionado con el beneficio marginal y su coste.

En resumen, existen diversas falacias del pensamiento neoliberal que hace falta poner de relieve. Por un lado, la idea de que la economía es un ente abstracto y autónomo, desligado del entramado social. En segundo lugar, la concepción de que la búsqueda del máximo beneficio, el cálculo entre el coste-beneficio es el comportamiento predominante y “normal” en cualquier relación social. Sin embargo, las relaciones de cooperación son constantes y generalmente son las mujeres las principales protagonistas, ya sea dentro del ámbito familiar, las redes de solidaridad que construyen las mujeres para ayudar a otras mujeres, o la presencia mayoritaria de las mujeres en asociaciones y organizaciones sin ánimo de lucro.

Benerías, Lourdes (2004): Género, Desarrollo y Globalización. Hacer. Barcelona.

Polanyi, Karl (1989): La gran transformación. Crítica del liberalismo económico. La piqueta. Madrid.