Estos días deberíamos asistir alegremente a la recomposición de la dignidad de aquellas personas que padecieron una guerra civil y asistieron al desgarro entre un bando y otro, una fractura que sigue impregnando cualquier ámbito de nuestra vida, aunque algunos la ignoren o infravaloren.
La aprobación de la ley de memoria histórica y el Memorial Democrático por parte de la Generalitat de Catalunya nos debería llenar de gozo y deberíamos mirarnos a la cara con orgullo de que los olvidados por fin se vean reconocidos. Sin embargo, yo no soy capaz de mirar a algunas de las personas que aún viven y resisten y decirles que lo hemos conseguido. Les podré susurrar al oído que se ha intentado, que la injusticia era tan ostentosa, que la emergencia de los postfranquistas amenazaba tan grabe que algo han tenido que hacer. Pero jamás les diré que lo hemos conseguido, que ya no seles va a considerar bandidos en las sentencias franquistas, puesto que persistirán después de la ley. Después de la ley continuarán diciendo con boca pequeña que fueron las víctimas de una guerra y luego de una dictadura que les condenó de por vida, incluso después de la muerte del fascista provinciano.
Tampoco les podré decir que se está recuperando la historia de todos, que se les está reconociendo a todos por igual. La recuperación de los proscritos de los proscritos sigue estando silenciada: las anarquistas, las poumistas o cualquier rama política que hoy no tenga representación institucional sigue oculta, las víctimas que no tuvieron implicación política alguna, que eran hijos o nietas, sobrinos o tíos y padecieron la justicia vestida de sotana y con la cruz a cuestas.
Y mientras asistimos al espectáculo, a los honores descafeinados, sin recordar lo que implicó la II República, el golpe militar y el estallido de la guerra. Sin explicar por qué el mundo entero miraba con ojos grandes y pupilas dilatadas lo que estaba sucediendo en España. Cómo los pilares del poder más establecido tambalearon y, temiendo que los que nunca habían gozado de poder alguno, los que pasaban hambre y muchos sacrificios tomaran el poder. De ahí las intervenciones internacionales, de ahí que cuando acabara la II Guerra Mundial no quisieran intervenir las “fuerzas liberadoras”, de ahí la muerte de muchos maquis en las montañas, de ahí la muerte involuntaria de muchos cuadros políticos que, inducidos por cabecillas con las manos ensangrentadas, permitieron su exterminio, de ahí tantas y tantas cosas que es imposible relatar aquí ahora.
2 comentaris:
Recuperar la memòria històrica és un deure absolut de justícia... però, sense deixar res amagat sota la catifa...
Catalunya no pot oblidar mai el seu President Companys, assassinat pel franquisme. Cal fer efectiva ja, la revisió i nul·litat del seu judici sumaríssim. I qui diu aquest judici, diu també les causes de totes i tots aquells que tinguéren un final semblant.
"ARA ÉS L'HORA SEGADORS"... Treballem per aquests objectius.
Xavier Martín i Arruabarrena
Missatge de Quinto Ennio
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