Derecho al voto, derecho al pataleo y a quedar la garganta seca de tanto chillar. A esto y a mucho más tienen derecho los recién llegados. ¿Quién puede dudar de la necesidad de que formen parte de la ciudadanía? Es un deber ético. Viven en las viviendas más deterioradas de los barrios más degradados de las ciudades más desiguales. Repoblan pueblos que apenas recordaban ya los jugueteos de las criaturas en sus calles. Trabajan de sol a sombra, a destajo y en unas condiciones laborales indignas en lugares en donde nosotros nos negamos a seguir.
Y encima, para colmo, tienen que escuchar insultos, malos gestos y declaraciones de personajillos políticos que viven en otra dimensión en donde todos son niños con ojos claros y pelo rubio, con un correcto catalán y cuyo placer es ir a jugar al padel.
Esta es la historia que se repite. Como siempre, son las clases más desfavorecidas aquellas que más impedimentos tienen para poder tener los derechos de ciudadanía. Por que está claro que no es solo el derecho al voto sino que éste lleva implícito mucho más. Votar es el punto de partida, no el final de la carrera como algunos nos hacen pensar. De acuerdo que es un mecanismo más que legitima un sistema político basado en un mercado de oferta y demanda de votos y gestores políticos. Comparto la crítica y la asumo. Sin embargo, a corto plazo, los derechos de las democracias liberales permiten que, de una forma u otra, los que tienen derecho a votar, cuenten y se les tenga en cuenta a la hora de efectuar políticas sociales y de mejorar sus condiciones de vida.
Imagínense un futuro no muy lejano en donde barrios enteros de ciudades como Barcelona, L’Hospitalet o Badalona se nutran de una población que no tiene derecho a manifestar públicamente su indignación, que no tiene capacidad de negociar con los gestores políticos para poder mejorar la calidad de dichos barrios. Que no pueden asociarse, que no pueden participar del espacio público porque se les ha negado la palabra ¿Quién decide por ellos? Los barrios de niños pijos, de empresarios y burgueses. Si por ellos fuera, ya con las personas inmigradas en los sesenta hubieran hecho campos de trabajo. Mano de obra barata, eso es lo que fueron nuestros padres y eso es lo que son hoy en día las personas inmigradas.
Porque el verdadero discurso de la clase alta y empresarial, aquel que están incentivando es el odio respecto a los recién llegados para que se asuma como normal privarles de cualquier derecho político y laboral para, de esta manera, garantizar una mano de obra completamente esclavizada.
Con esto no niego las tensiones que existen en los barrios en donde se localizan altos porcentajes de personas inmigradas. No es coincidencia que la mayoría de ellos sean aquellos que cobijaban a los inmigrantes de los sesenta porque, a fin de cuentas, siempre han sido los barrios más degradados y baratos. En estos lugares, como siempre, se combina la huida de población digamos “autóctona” con los crecientes problemas de convivencia. ¿Quién dijo que la vida fuese fácil? Participar de la vida pública de una u otra manera facilita la convivencia. Las redes asociativas funcionan como redes de solidaridad que fortalecen los lazos de comunidad y de verse implicados en un proyecto común. Es solo generando nuevos retos colectivos como se conseguirá sobrellevar las tensiones que la convivencia genera, no negando posibilidades.
Negar el voto, negar el derecho de ser ciudadanos y ciudadanas en una democracia liberal, puede herir de muerte los pilares que sostienen nuestra democracia, ya de por sí enclenque en sus orígenes. Si la igualdad política no está garantizada, ¿en dónde se sitúa la frontera entre lo que es una democracia y lo que no lo es?, ¿no estaremos ya traspasando la frontera?...
2 comentaris:
Por fin te encontré!!!
esta claro que tarde o temprano, cuando a una serie de personas se les obliga a que tengan unas obligaciones sociales se les tiene que otorgar también unos derechos para igualarles al resto de la ciudadananía.
El proceso será dificil pero no pasarán tampoco excesivos años para que se consiga... porque quien decide quien les gobierna tienen que ser los que viven en el lugar. Aunque a nadie se le escapa que tambien no puede ser café para todos, se tendrán que cumplir una serie de requisitos que demuestre que esa persona efectivamente está residiendo de forma asidua en un lugar.
Ahhh te he linkado en mi blog (y mantengo tu anonimato)
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