dimecres, de setembre 27, 2006

¿Dónde izquierda y derecha se unen?

Pero ¿a qué derecha y qué izquierda nos referimos? Concretamente a aquella representada por los partidos políticos mayoritarios, ya tendremos tiempo de ocuparnos de las otras. Y ¿a qué espacio común nos referimos? A aquel en donde el consenso es la garantía de que el sistema político y económico perdure. Ocupado, además de por las reglas del juego político, de todo aquello que hace que el sistema se prolongue hasta el infinito, sin cuestionamiento ni crítica alguna.

Podríamos hacer mención del discurso con el que se legitiman unas democracias liberales, muy desarrolladas en lo económico (generando mayores desigualdades) y subdesarrolladas en lo político. Podríamos también hablar de ciertos temas proscritos del imaginario común como el de hacer menos jerárquico y centralista el poder, el de aplicarle mecanismos de control o el de asimilar las críticas de las voces disidentes.

Sin embargo, nos centraremos en aquel tema en el que groseramente se han unido y se unen tanto la derecha como la izquierda más institucionalizada. Las dos han gozado de suficiente poder en diferentes niveles de la administración para poder manifestar a la ciudadanía de qué pie calzan. Incluso en los momentos de mayor tensión entre las dos partes, la política económica ha sido tema de consenso generalizado. Es más, ha sido un tema obviado de cualquier forma de debate político. Es de destacar la complacencia del PP con el nombramiento del socialista Pedro Solbes como Ministro de Economía, lo cual, de per se ya nos hace desconfiar…

Como también nos debe hacer recelar el discurso hegemónico neoliberal promulgado por dicha izquierda y derecha. Aquel que todo lo arregla con el sector privado y con el mercado. Porque la mano invisible del mercado es un ente que funciona a la perfección, nos hacen creer. Si Adam Smith levantara la cabeza seguramente pediría que le volvieran a enterrar. Acaso existe el libre mercado cuando observamos como los países ricos establecen altos aranceles a los países pobres para que sean menos competitivos; cuando vemos que no existe competencia sino que se tiende siempre a la formación de oligopolios como ya lo manifestaba Paul Sweezy en los setenta.

Por otro lado, también es de cuestionar la eficiencia de dicho libre mercado si realmente existiera. Algunos resquicios de éste lo podemos observar en ciertos ámbitos de las economías más empobrecidas e incapaces de ser competitivas respecto a grandes multinacionales que colonizan sus territorios, explotan a sus gentes y deslocalizan su producción cuando les viene en gana.

No obstante, dicho sea de paso, la izquierda, incluso la más descafeinada, siempre había demostrado una sensibilidad especial respecto a las desigualdades y desequilibrios generados por un sistema económico capitalista. De ahí la puesta en práctica de los Estados de Bienestar (EB) y Sociales en varios países occidentales. Sin embargo, actualmente asistimos a una crisis de dichos EB y su desmantelamiento por parte, tanto de la derecha como de la izquierda con responsabilidades de gobierno. Y por la apuesta por un discurso sin contenido alguno, que no hable de las desigualdades de clase y que se ciña a gestionar lo dado, sin innovar ni inventar nuevas fórmulas para burlarse del sistema. Es por esto que ya no está de moda pedir más impuestos para caminar hacia una sociedad un poco más igualitaria. Esta nueva temporada lo que se lleva son trajes estrechos, llenos de recortes e impulsados por los impuestos directos que nos tratan a todos por igual, como si a final de mes todos cobráramos lo mismo. Calcado a la realidad ¿verdad?.

Y estos personajes que dicen representar a la izquierda asienten complacidos al proceso, olvidan los orígenes de la organización que les da sustento y asumen como algo natural las injusticias y “desajustes” del mercado. Así la vivienda, un bien de primera necesidad, sigue sin ser regulado, dejando al libre albedrío, el devenir de miles de jóvenes temporales, parados y ciudadanos mayores sin capacidad adquisitiva suficiente (si alguien la tiene) para alquilar o comprar un piso. Y así la responsabilidad social corporativa es algo que levanta simpatías, como la renta básica, pero que con un “vuelva usted mañana” levantan la sesión. Porque el día a día les devora la agenda y así no existe oposición alguna a la vorágine del sistema. Y es el día a día lo que les empeña cada vez con más fuerza a los brazos de alguien que ya no es su contrincante sino su acompañante de viaje. Y se van forjando lazos en un espacio común tan compartido que, finalmente, su supervivencia radica en que sobreviva este punto de unión entre esta derecha y esta izquierda que nos dice representar. Ja.

Rosa Carbó

5 comentaris:

Carlos ha dit...

Rosa, pero eso ya se sabía...
las políticas económicas de izquierdas son desconocidas.

Rato prosiguió con la linea de Solbes y Solbes a retomado la de Rato que era la suya propia.

A parte del recientemente fallecido John Kenneth Galbraith, recuerdas algún destacado economista "progresista"? No hace falta que contestes, que el silencio es la respuesta.

Rosa Carbó ha dit...

Conocidos" economistas podríamos decir: Paul Sweezy, economistas que escriben en la Monthly Review (en su primera época y ahora...) como J. Foster, Harry Magdoff o Samir Amin...

¿Te vale?

TAM ha dit...

holaaa,

aqui estamos los tres antiguos "redactores" de altaveu...
un saludo y ánimo con tu discuros contestatario!!

Carlos ha dit...

Impresionado!!!

Anònim ha dit...

La línea que separa la izquierda de la derecha en asuntos como el económico, cada vez se hace más delgada. Ese tipo de debates-diferencias sólo sirve para alimentar titulares de prensa y poco más. Quizá se salve lo relativo a qué hacer con el dinero, hay sí existen diferencias.