dimarts, de març 22, 2011

Karl Polanyi amb perspectiva de gènere

Karl Polanyi en su obra La Gran Transformación explica de qué manera, a partir de la revolución industrial, se transformaron las sociedades tradicionales para dar paso a una sociedad de mercado. Explica cómo se formó el mercado, su transformación hacia una economía de mercado y la construcción de una sociedad que parece girar y someterse a los parámetros de la economía.

Si en un primer momento los mercados eran elementos secundarios de la economía y el sistema económico no estaba desligado del resto de la sociedad, el paso hacia una sociedad de mercado significa para el autor un cambio profundo en la organización de la sociedad la cual pasa a definirse en relación con la economía (1989:121 y ss.).

En las sociedades modernas el mercado es el espacio dónde se intercambian bienes y servicios y se rige por la ley de la oferta y la demanda (mercado autorregulador) y por la búsqueda del máximo beneficio. La nota característica en relación con otras sociedades es la idea de que todo puede ser una mercancía y, por tanto, intercambiable en el mercado. Se entiende como mercancía todos los elementos creados con el objetivo de ser vendidos en el mercado. Incluso los tres componentes básicos de la industria como son el trabajo, la tierra y el dinero se conciben como mercancías. Sin embargo, para Polanyi estas son mercancías ficticias ya que ni el trabajo, ni la tierra ni el dinero se han producido con el objetivo de venderse.

Concretamente señala el autor que “el trabajo no es más que la actividad económica que acompaña a la propia vida –la cual, por su parte, no ha sido producida en función de la venta, sino por razones totalmente distintas-, y esta actividad tampoco puede ser desgajada del resto de la vida, ni puede ser almacenada o puesta en circulación” (1989:128).

Esta idea enlazaría con las reflexiones elaboradas desde la economía feminista cuando señala la necesidad de visibilizar la relación y fuerte dependencia que tiene el trabajo remunerado del trabajo no remunerado y de cuidado. La vida laboral no se puede entender si no se pone en relación con el resto de esferas de la vida social. Tanto la economía liberal como la marxista han pasado por alto esta relación entre trabajo remunerado y trabajo no remunerado de cuidado. Como consecuencia no se ha analizado la dependencia que el trabajo remunerado tiene en relación las tareas de cuidado y de reproducción.

A pesar de que en la obra de Polanyi no está incorporada la perspectiva de género, proporciona algunas claves para entender por qué el trabajo remunerado se ha tratado como si fuera una mercancía cualquiera, que se puede desgajar de otras partes sociales y vender como un producto independiente. Polanyi describe como característica de la sociedad de mercado el hecho de diferenciar lo económico del resto de esferas sociales, como si fuera un ámbito independiente y autosuficiente. Reivindica el autor el sometimiento de la economía a la política ya que con la entrada de la economía de mercado aumentó la pobreza y la inseguridad de la población, obligada a vender su fuerza de trabajo como única forma de subsistencia.

Señala Lourdes Benerías que en el trabajo de Polanyi requiere ampliarse, incorporando la dimensión de género. Con ella se plantearía la idea de que hombres y mujeres no han tenido la misma relación con el mercado (2004:85). Mientras que la mayoría de hombres con la llegada de la economía capitalista vendieron en el mercado su fuerza de trabajo. En el caso de las mujeres, su participación en el mercado no fue tan intensa ni tan directa (permanecieron en la economía informal o vendieron su fuerza de trabajo más barata en relación al trabajo masculino) y se ocupó de otros trabajos invisibilizados como son los trabajos de reproducción y cuidados.

Así pues, esta relación tan diferente de las mujeres en relación con el mercado también implicaba diferentes reglas, relaciones y comportamientos. Así pues, los trabajos de cuidados se producían a partir de modelos de cooperación que poco tenían que ver con la racionalidad económica liberal de búsqueda del máximo provecho con el mínimo coste. De hecho los estudios económicos que han intentado aplicar la racionalidad económica (método de la elección racional económica-liberal) en espacios en donde predominan las relaciones de cooperación, han dado claras evidencias de la absurdidad de los planteamientos. De esta manera, Gary Becker en su Tratado sobre la familia explicaba que el número hijos/as que tenían las familias (es decir, las mujeres) era directamente relacionado con el beneficio marginal y su coste.

En resumen, existen diversas falacias del pensamiento neoliberal que hace falta poner de relieve. Por un lado, la idea de que la economía es un ente abstracto y autónomo, desligado del entramado social. En segundo lugar, la concepción de que la búsqueda del máximo beneficio, el cálculo entre el coste-beneficio es el comportamiento predominante y “normal” en cualquier relación social. Sin embargo, las relaciones de cooperación son constantes y generalmente son las mujeres las principales protagonistas, ya sea dentro del ámbito familiar, las redes de solidaridad que construyen las mujeres para ayudar a otras mujeres, o la presencia mayoritaria de las mujeres en asociaciones y organizaciones sin ánimo de lucro.

Benerías, Lourdes (2004): Género, Desarrollo y Globalización. Hacer. Barcelona.

Polanyi, Karl (1989): La gran transformación. Crítica del liberalismo económico. La piqueta. Madrid.